Cruising en los Parques
Los parques nunca dejan de ser lugares de ocio. El Ejido y la avenida Amazonas durante la primera década del siglo XXI siguen siendo espacios de consumo y tránsito de gente de todo el mundo y de todo el Ecuador. La Mariscal se convierte en la zona rosa, aquí nacen y mueren las primeras discotecas y bares “gays” oficiales más populares de la ciudad de esa década, el nivel de aceptación y tolerancia hacia la disidencia sexual era mayor con respecto al resto de la ciudad y del país. A parte, siempre ha tenido diferentes opciones para el visitante y el turista local y extranjero.
…la Amazonas era zona de cruising. Estaba el Hilton y en el Hilton todos los gays que se hospedaban iban a El Ejido a dar vueltas, cachas. Entonces había como que un buen estándar de gente, era lindo. Así yo conocí, puta, unos australianos, gringos, europeos, italianos, no, puta, había un montón de gente muy muy linda (Ariel, 2021).
El Parque El Ejido desde hace décadas sigue siendo uno de los playgrounds principales para el homo erotismo urbano de la ciudad después de la despenalización de la homosexualidad, así como también de la prostitución masculina. Varios autores han podido recopilar, datos y testimonios sobre el homo erotismo y el trabajo sexual que, prácticamente, funcionan las 24 horas del día sea para concretar ahí mismo o en otros espacios. “Los encuentros in situ se dan, preferentemente, alrededor de los macizos y centenarios troncos de los árboles también en los baños públicos aledaños entre muchos otros recovecos propicios sean públicos o privados” (Camacho, 2009 14). Cuando tenía 18 años Javo cometa:
…yo recuerdo que las primeras veces que por ahí me enteré era, creo que estaba en el colegio y sabía que había escuchado que en El Ejido o que en los baños de El Ejido solían haber muchos encuentros y entonces claro ahí me empiezo a fijar yo como en los números que dejan en la puerta de los baños y los mensajes. Y por ahí una vez me anoté un par de números (Javo, 2021).
Un parque que representa un corte entre el viejo Quito y el nuevo Quito moderno. Un parque considerado zona roja, que esta junto a la zona rosa. No faltaba quiteño que te advirtiera que no pases por El Ejido después de que se haya ocultado el sol porque “te vayan a robar”. Como los padres de Mario lo hacían cuando él estaba en la escuela y el colegio, “nunca cruces el parque El Ejido” le decían, o como le recomendó su compañero de universidad, que fue quién le contó sobre lo que pasaba en los baños de aquel parque, ya que éste había tenido una experiencia de acoso con su primo dentro del baño de hombres, “nunca visiten estos baños” (Mario, 2021) les había advertido a él y a su otro compañero mientras cruzaban el parque. Mario empezó a vivir su homosexualidad a partir de aquel descubrimiento que nació como advertencia:
Entonces las primeras veces que fui no pasó nada porque solo fui así como muy muy para las necesidades. Pero después o sea seguía con esas ganas de, y ya pues me quede mas tiempo y ahí sí, descubrí que si pasaba ahí, cachas. Ajá. Y que era, y que de hecho así es como que pasaba bastante de hecho. Era una comunidad bastante grande la que se reunían ahí. Ajá. Desde personas que solo cruzaban el parque ocasionalmente hasta personas que trabajaban por la zona y cosas por el estilo y a parte después de eso, obviamente me entere que había trabajo sexual masculino en el parque El Ejido y en la esquina de Amazonas y Patria, justo en el Hilton (Mario, 2021).
Para Mario y Ariel El Ejido fue el lugar en donde vivieron su primera experiencia homo erótica y conocieron a la persona con quien sería su primera experiencia penetrativa, durante la primera década del siglo XXI, de hecho para Mario a partir de ese encuentro, tuvo su primera relación de pareja que duró 7 meses.
Le conocí en El Ejido en el parque, cachas. (…) Básicamente la mayor parte de la acción sucedía en los urinarios. (…) Aja. Entonces era como sacabas tu caña de pescar y te ponías a pescar a ver ¿qué te llegaba? Entonces, de hecho fue uno de los, no sé creo, tal vez el más simpático de los que estaba ahí, cachas. Entonces salí, no paso nada en ese momento, porque fue como que me sentía bastante nervioso y solo estuve ahí un rato y luego salí y de ahí él también salió, y de ahí nos pusimos a conversar y cosas por el estilo. Y de ahí ya pues, cuadramos para el siguiente día. De hecho todavía en ese entonces era, por decir algo, virgen, sí era virgen en todo caso. Entonces es como que cuadramos, cuadre con él y estaba así como desesperado por probar, tener una relación con otro chico. Entonces, teníamos un impedimento y era ¿dónde? (…) Apareció un tercero que se ofreció a prestarnos la casa y de hecho pues mi primera relación fue un trío. —risas—
Por la falta de un espacio adecuado para tener su primera relación sexual penetrativa, tuvo que aceptar ir a coger con otro desconocido solo porque puso su casa. Es bastante probable que la fama de “zona roja” se la haya ganado por la asociación que ha tenido por décadas con las disidencias sexuales, con la prostitución masculina y con la inseguridad generada a partir de los constantes robos que se dan. Las historias de asaltos y robos después de concretado el encuentro homo erótico son demasiado comunes en la comunidad gay de aquel entonces y en la comunidad gay de ciertos círculos sociales en el presente. Al deseo no le implica ninguna falta, el deseo esta codificado por la norma, “tampoco es un dato; es proceso, en oposición a estructura o génesis”, es acontecimiento, en oposición a cosa o persona (Deleuze 1995, 12). El deseo es relacional, la norma lo configura y en el caso del cruising, lo lleva al margen de lo urbano, pone en riesgo el cuidado de sí de los cuerpos, su libertad queda comprometida, por lo que se convierte en una practica de desterritorialización sumamente violenta, dejan de ser ciudadanos al haber quebrantado la misma norma que lo configuró.
un esclavo no tiene ética. La libertad es, entonces, en sí misma política. Luego, tiene también un modelo político, en la medida que ser libre significa no ser esclavo de sí mismo y de sus apetitos, lo que implica que se establece consigo mismo una cierta relación de dominación, de maestría, que se llama arche-poder, mandato (Foucault 1984, 263).
El deseo quiere ser libre, por lo que se extiende en líneas de fuga. A continuación dos historias cortas de la inseguridad vivida en este parque, una de ellas es personal, vivida en el año 2008 cuando empezaba mi vida universitaria en Quito. Un día unos amigos que hice en “el ambiente gay” de la ciudad, me llevaron al parque El Ejido para aprender a levantar chicos y que todos levantemos a alguien, en ese entonces yo no conocía la mala fama del parque. Era medio día, no pasaron ni cinco minutos y me hice el levante de un chico de la costa, de cuerpo macizo bronceado, casi ni hablamos, decidimos llevar el encuentro a un hostel a tres cuadras de ahí por la Mariscal. Después de haber tenido sexo, al irme al baño para limpiarme me percaté que el hombre desconocido con el que me acababa de acostar estaba rebuscando mi ropa, al salir asustado de aquel baño, éste se puso en posición de ataque, por lo que yo decidí quedarme tranquilo e inmutado. Me robó, me robó el dinero, el celular y un par de pertenencias más. No tuve intención de denunciarlo, sin embargo el sentimiento de vergüenza y miedo estuvieron bastante presentes, él salió huyendo de aquel Hostel y yo me quedé en aquella habitación sin saber qué iba a hacer después. Según los testimonios de la investigación de Camacho en ese entonces los asaltantes no se preocupaban “por una posible denuncia porque los usuarios a quienes les roban las pertenencias tendrían que declarar las <<impropias>> e inusuales circunstancias que se encontraban” (Camacho 2008, 12). La segunda historia es del año 2017, Guillo cuenta que fue a partir de un encuentro generado en una banca de el parque El Ejido:
Estaba sentado y un man se me sienta a lado, me empieza a sacar conversación y me dice que conoce un sitio super chévere, que es un bosque donde todo el mundo va a ‘culear’ y todo, y que era súper chevere, que para ir. Y ahí estuvimos hablando como unos quince minutos, hasta que ya decidí ir con él. Y caminamos, caminamos, caminamos full. Y nos fuimos a la occidental, arriba, al bosque. De ahí llegamos allá y saca un cuchillo, ahí estaba con otros manes ahí. Y me robaron (Rodrigo, 2021).
Siglo XXI, la zona más aburguesada y económicamente activa de la capital se había movido mas hacia el norte como hacia el Parque la Carolina y el Bulevar de la Naciones Unidas. Ahora existen otros parques y avenidas que han tomado protagonismo para el ocio y el cruising de la ciudad, como el Parque Itchimbia, el Parque Metropolitano y el Parque La Carolina. Portales en el internet y en Grindr los toman en cuenta como ubicaciones para la práctica del cruising. Sin embargo, no son tan frecuentados como lo es El Ejido, aunque el público que va a cada parque es muy específico para cada uno. Existe una ligera estratificación de clase social, edad, género y tipo de actividad en cada parque.
El segundo parque más frecuentado es La Carolina, ya que es el que más historias y cruisiers pudo dar, ya sea en campo o por medio de interlocutores, en especial en los días de semana al final de la tarde. Mientras el Itchimbia y el Metropolitano solo obtuve comentarios de conocidos gays que han visto parejas de hombres teniendo interacciones sexuales y varios usuarios de Grindr que han estado en aquellos parques con sus perfiles activos haciendo cruising explícito y han chateado conmigo para confirmarme, pero que no los llegé a conocer en persona. De quienes van a hacer cruising al parque La Carolina, son quienes viven a sus alrededores y de otras partes de Quito cuando están de tránsito por ahí y aprovechan para activar su perfil de Grindr, a más de buscar con su radar cognitivo lo hacen con el radar de su teléfono inteligente. Sebastian (30), vive cerca de la Carolina y vivió una experiencia de cruising sin querer queriendo:
Fue en el parque La Carolina y yo había salido a fumar un porro y estaba justo por las canchas de tenis y…—risa— y veo que un man como que me empezó a seguir, pero como que no se acercaba mucho. Entonces al principio obviamente estaba nervioso porque pensé que me iban a robar, pero gracias a Dios nunca me han robado en La Carolina. Y era como que después de un rato, como que ya me senté en unas bancas donde estaban con luz y él se sentó en una banca de alado y solo como que me quedó viendo, y luego yo le quedé viendo y luego se bajo el pantalón y solo sacó el pipí, y en ese momento fue como que…. Ehhh !Ok, por qué no¡ La verdad no fui como que buscando eso, pero pasó ajá, y luego caí en cuenta que —sonido— ahí hacen cruising. Y de ahí no hubo mucho diálogo, no hubo mucho… como que o sea palabreo así. Entonces era muy como que solo dejarse llevar y ya, y de ahí un poco de sexo oral, unas pajas (Sebastian, 2021).
En los parques la hora pico o de más encuentros es cuando empieza a obscurecer y el trafico de gente no disminuye del todo. Por ejemplo, a partir de las seis de la tarde el Parque la Carolina se empieza a llenar de gente que viene a ejercitarse entre semana como parte de su rutina diaria. El cruising se da en especial a un lado de la pista de atletismo en donde hay personas trotando, otras caminando a sus perros, otras ejercitando sus músculos, justo al frente del Jardín Botánico, detrás del Vivarium, cerca de la cruz del papa. Después de ese horario se convierte en una zona peligrosa, por lo vacío y obscuro que queda el lugar.
…en La Carolina corre al lado contrario del que están las rieles de… corredores. (…) La gente que busca está corriendo al lado contrario o camina al lado contrario de la… (…) …de los corredores, porque suele ser una sola dirección. (…) Claro, entonces empiezan a caminar en la dirección contraria y sabes que están buscando. (…) A esta hora más o menos, cuando el clima está así —clima lluvioso afuera—. En la tarde tipo 6… tipo 5, 6, antes de que anochezca, cuando no hay mucha gente (Carlos, 2021).